Kintsugi el aprendizaje de las cicatrices de la vida
Compartir
En un mundo en el que hemos normalizado trabajar bajo presión, con un alto nivel de autoexigencia, en busca de resultados exitosos (aunque para ello nos dejemos la piel…), y en el que el perfeccionismo roza lo enfermizo, resulta curioso ver que el resultado no consigue más que un bajo rendimiento, además de una falta de autoestima y unos niveles de ansiedad cada vez más elevados.
Tratamos de ocultar nuestras imperfecciones a toda costa, por miedo a mostrarnos vulnerables y a salirnos del estándar de lo que se supone que está bien en la sociedad.
¿No estaremos olvidando que cada persona tiene una esencia única, que viene determinada por sus vivencias?
Hoy quiero hablarte del Kintsugi, un arte milenario, que se practica en Japón y consiste en restaurar las piezas de cerámica rotas, uniendo los fragmentos con una mezcla de resina y polvo de oro, plata o platino, agrandando la fractura y reivindicando la belleza de las heridas.
El objeto restaurado resulta mucho más resistente que antes de romperse; además, deja de ser algo común para convertirse en un objeto único y exclusivo, que adquiere inmediatamente una apariencia mucho más atractiva y valiosa.
Este arte no trata de arreglar los defectos, sino de mostrar con orgullo aquello que ha hecho que sea único, es decir, sus fracturas.
Podría ser una metáfora de cómo escondemos nuestros complejos e inseguridades y de cómo podríamos llegar a convertirlos en nuestra seña de identidad, en eso que nos diferencia y nos aporta un valor diferenciador. Aquello que una vez nos rompió por dentro, con el paso del tiempo, nos facilita el aprendizaje necesario para continuar nuestra vida más fortalecidos.
A pesar de que el dolor en ocasiones parezca quebrarnos, debes ser consciente de que tienes la opción de levantarte y aprender de lo que te ha sucedido. Y, así, convertirte en una mejor versión de ti mismo debido a las adversidades que has atravesado.
Es tu elección mostrar tus cicatrices pintadas de oro con orgullo. Serán la muestra de toda la transformación que has sufrido. Y, cada vez que las mires, te recordarán que cuentas con la fuerza suficiente para superar cualquier circunstancia que acontezca en tu vida.
A simple vista puede confundirnos la apariencia de perfección que tienden a mostrarnos las vidas ajenas, pero ten en cuenta que “cada moneda tiene dos caras” y no puedes ver los dos lados a la vez.
Ya lo decía Platón: “Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla”.
Las vidas perfectas no existen y antes o después todos sentimos un zarpazo de la vida, que nos hace perder el equilibrio. No te avergüences de lo que has vivido. El dolor puede transformarse en oro si aprendes a procesarlo.
Lo que ocurre tiene su porqué, así que ocúpate de buscar el mensaje de lo ocurrido. No te quedes atrapado en inverosímiles explicaciones. Por muy dura que sea la circunstancia, pregúntate: ¿para qué ha llegado esta situación a mi vida; qué puedo aprender de ello? Acéptalo, busca en ti las herramientas para plantarle cara y ponte en marcha para salir fortalecido.
Recuerda: Rendirse no es una opción, así que mejor afrontarlo con la mejor actitud posible.
Piensa en las grandes personas que te inspiran ¿acaso no han pasado por una vida de aprendizaje? Cuando lo que has vivido sirve de inspiración para otras personas, entonces, es que valió la pena.
Qué duda cabe que las cicatrices de la vida, antes de cerrar, duelen, e incluso llegan a sangrar, pero si realizamos el trabajo necesario para poder extraer el mensaje oculto de cada herida, seremos como el Ave Fénix que resurge de sus cenizas con más fuerza.
Todo lo que ya hemos pasado y lo que nos queda por vivir marcará un antes y un después en nuestra vida.
Depende de nosotros elegir pintar nuestras cicatrices con oro para lucirlas con orgullo, sabiendo que cada vez que las veamos nos mostrarán nuestra fortaleza interior y seremos conscientes de lo que realmente somos capaces de hacer. Además, al mostrar todo lo que hemos vivido podremos ayudar a otras personas, que estén atravesando una circunstancia similar, a superar ese revés.
En ocasiones es necesario partirse en mil pedazos para poder dar forma a esa nueva versión de ti mismo.
Para terminar te dejaré una frase con la que te invito a reflexionar:
“No es lo que te pasa lo que determina lo lejos que llegarás en la vida; es la forma de manejar lo que te pasa”. Zig Ziglar.
Si te gusta este artículo y quieres saber más acerca del coaching puedes visitar mi página web:
www.silviacotillas.com o llamarme al siguiente teléfono: 608755211
Otros artículos que pueden ser de vuestro interés: